Mostrando entradas con la etiqueta Cosas de la MFyC. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cosas de la MFyC. Mostrar todas las entradas

19/02/2022: Incertidumbre para MFyCs funambulistas

Durante la carrera en medicina nos enseñan las bases teóricas de las enfermedades que luego vamos a ver reflejadas en nuestros pacientes.  Lo que no nos cuentan es que el reflejo de lo estudiado puede no parecerse en absoluto al texto del libro, a las diapositivas de la clase o a la pregunta test del examen.  No quiero decir con esto que sea menos importante conocer la teoría, quiero decir que es necesario presentarla de otra forma.

Cada tema empezaba por un título, tenía su principio y su final, las preguntas del examen tenían una única respuesta correcta.  Por desgracia, este escenario no nos prepara para enfrentarnos a las dudas y la incertidumbre que la realidad de nuestra profesión nos devolverá cada día.

Los pacientes no relatan sus síntomas ordenadamente y en términos médicos.  Y menos mal, porque escuchar sus propias expresiones es mucho más rico.  Encontrar los signos en la exploración puede ser una auténtica aventura.  No siempre puedes poner un título, no siempre tienes al alcance la respuesta, a veces sólo el tiempo puede poner orden, a veces es el único que cura.

Sería más sencillo atender a un paciente que nos dijera:

-    “Doctora, tengo un dolor opresivo centro torácico que me irradia hacia la extremidad superior izquierda, con cortejo vegetativo y que es constante desde hace 15 minutos. ¿qué cree que puedo tener? Yo dudo entre: a) neumotórax, b) ansiedad, c) infarto agudo de miocardio, d) todas son correctas”

Y tú contestarle:

- “¡Esta me la sé! ¡La C! ¡Tiene usted un infarto!

Y el paciente, impasible, podría continuar:

- “Estupendo, doctora, ¡ha acertado! Con esta sospecha ¿Cuál cree usted que sería la siguiente exploración a realizar? Yo pienso en: a) toma de constantes, b) electrocardiograma de 12 derivaciones…”

Y así encadenar preguntas y respuestas hasta que la ambulancia se llevase al paciente contentísimo porque su doctora lo ha acertado todo.

Pero, por suerte, no es así.  Este paciente de 80 años cuenta que esta mañana su hijo le ha dado un disgusto, y que desde hace un “ratico” empezó a notar una “quera”, más bien una “molestia” en el pecho, y se “fatiga”, y tiene “mala gana”.  Tú lo miras, lo ves con mal color y agobiado.  Le tomas las constantes, lo auscultas y le haces un electro.  Ves su bloqueo de rama izquierda que ya conocías, no te saca de dudas.  Le das su adiro y su cafinitrina mientras intentas tranquilizarlo.  Llamas a una ambulancia y a su hijo, procurando que al hablar nadie note tu inseguridad y tu miedo. 

Es mucho más complejo, pero es mucho más bonito. Dudas mucho, todos los días.  Tomas decisiones y asumes que manejas siempre probabilidades y casi nunca certezas.  Convives con la incertidumbre.  Estudias para poder acotarla, reducirla, sobrellevarla, sabiendo que nunca desaparecerá.   Te equivocas algunas veces, y aprendes a ser prudente en tus respuestas, humilde con lo que conoces y honesta con lo que no sabes.

En medicina, y sobre todo en una especialidad como MFyC, casi nunca pisas sobre seguro.  En la consulta, los MFyC hacemos equilibrios sobre la cuerda de lo que conocemos y manejamos, suspendida en el abismo de lo que aún está por descubrir y aquello que siempre será un misterio.  A veces siento vértigo, es normal.  Lo siento porque valoro mucho lo que hacemos, porque creo que conlleva una gran responsabilidad, porque en el fondo quiero ser una MFyC funambulista.



04/02/2022: Tutorías, una recomendación.

Las tutorías son esas reuniones que los MIR MFyC tenemos con nuestra tutora de vez en cuando, para ver qué tal vamos.  Oficialmente debemos tener una por trimestre y sirven para “revisar nuestro plan formativo”.

En mi unidad docente nos dan un formulario para rellenar con el tipo de reunión y los temas que hemos tratado.  Parece ser que hay muchas formas de tener una tutoría.  Puedes hacerla en el centro de salud, en la unidad docente, en un establecimiento donde podáis hablar, en una casa…   Pueden hacerse en cualquier momento, dentro o fuera del horario laboral.  Y pueden durar lo que estiméis oportuno, desde media horita hasta toda la tarde.  

Se pueden tratar muchas cosas importantes para los MIR:  las rotaciones, las guardias, las sesiones, los congresos, los cursos, la investigación, los grupos de trabajo, los problemas que surgen en el trabajo, la organización del calendario, los objetivos que se van cumpliendo y los que aún quedan por conseguir…  

Supongo que las tutorías se hacen a medida del tándem resi-tutor/a.  Confieso que inicialmente pensé que eran un incordio, luego vi cómo eran las nuestras, y ahora he de decir que las echo mucho de menos.  Fijar fecha y hora para dedicar un ratito a consolidar el tándem, es una gran inversión.

Si me preguntáis cómo hacemos las tutorías AC y yo… probablemente las hacemos regular. ¡Claro que revisamos mi plan formativo y rellenamos los formularios de tutorización! Necesito a mi tutora y sus consejos, y no puedo dejar que sean temas tangenciales que van saliendo en las mínimas pausas de la consulta.  Pero, por suerte, no sólo hacemos eso.  

Siempre que se puede, nuestras tutorías tienen lugar fuera del centro de salud.  Y es que parece mentira pero, si nos quitamos la ropa de trabajo, nos vestimos a nuestro estilo, nos tomamos algo (por mí, mejor que sea un buen vino) y nos sentamos fuera de la consulta... puedes ver mucho más que a dos médicas hablando, porque somos mucho más que eso.  Siempre que se puede, dejamos de mirar el reloj y la agenda.  Viene bien hablar sin prisas para no dejar nada en el tintero.  Y aunque a los MIR y a los tutores se nos da genial hablar de medicina, creo que es bueno cotillear un poco a veces para conocer algo que le gusta a tu resi y también algo que ilusione a tu tutora, algo que compartís y algo que os hace tan diferentes.   

Saltándonos todas las normas, a veces se cuela en nuestro tándem CCS, otro MFyC muy especial de nuestro centro de salud.  AC dice que es mi “tutor honorífico”.  Debe tener un poco de razón, porque él se empeña en seguir enseñándome cosas interesantes, y yo me empeño en hacerle caso.

En conclusión, creo que sabemos hacer muy buenas tutorías, pero también sabemos irnos juntas de congreso, quedar para comer, salir a cenar, ver una película, compartir música o lectura y hasta para probar un videojuego nuevo en realidad virtual (eso fue arriesgado). 

Ya veis que, aunque casi siempre cumplimos los objetivos de la tutoría, a veces nos salimos un poco del guión.  Pues bien, lo primero os lo van a solicitar, lo segundo os lo recomiendo yo. 



28/01/2022: Viernes de curso

Creo que mucha gente piensa que una vez terminas la carrera de medicina y haces el examen MIR se acabaron las palizas de estudiar.  Sin embargo, que nadie se lleve a engaño,  los médicos somos empollones a la fuerza y una parte bastante amplia del estudio se la llevan los cursos.  De esto precisamente quería escribir, de los millones de cursos que hacemos los MIR MFyC. 

El juego de los cursos empieza cuando abres la bandeja de entrada de tu correo electrónico.  Es como pulsar “start”, porque pueden aparecer casi en cualquier esquina.  No te das cuenta y de repente estás matriculada en uno nuevo, es alucinante.  De repente empiezas a ver “nuevo curso”, “abierta inscripción” y te das cuenta de que las sociedades científicas te los proponen, el colegio de médicos también lanza algunos, instituciones investigadoras de tu zona intentan que te apuntes y si algún laboratorio farmacéutico ha conseguido hacerse con tu mail ten por seguro que te mandará sus cursos y que ya nunca lo soltará.  Pueden ser cursillos, webinares, temas online, clases presenciales, muy cortos, muy largos, algunos son gratis, otros de pago, unos hablan de aspectos de la MFyC súper prácticos e interesantes y otros son tan específicos y aburridos como imagines.  Cuesta un rato encontrar ese que vale la pena.

Con o sin mucha idea entras en este juego para ganar puntos.  Va en serio, te apuntas a muchos cursos que ni siquiera te interesan para ganar puntos, créditos, méritos, como conchas los quieras llamar.  Se te olvida que estaban hechos para aprender, tú sólo los coleccionas para pasar a la siguiente fase.

Pero todo esto no puede distraerte de la misión principal, y es que hay un programa de cursos obligatorios por ser MIR de tu hospital, y cuando eres MIR MFyC tienes también un buen puñado de cursos, de nuevo obligatorios.  De hecho, prácticamente todos los viernes durante mi último año de residencia he tenido mañanas de curso en mi unidad docente, con todos mis compañeros.  Es como volver al cole, te sientas en el pupitre, tomas apuntes y hasta te mandan deberes y trabajos en grupo.  Cuando los temas son interesantes agradezco la oportunidad de aprender así, pero hay otros ratos en los que sencillamente hago dibujos, pues eso, como en el cole.

¡Ah! Y cualquier colega que se entere de algún curso nuevo interesante lo compartirá contigo por whatsapp.  Es muy frecuente que ante cualquier tema de conversación que tengas con ellos oigas “pues hice un curso sobre eso y…” y tú pienses “seguramente yo lo he hice también y no me acuerdo”.

A veces el juego se complica porque, en un innecesario alarde de capacidad y de afán por los dichosos puntitos; los MIR nos apuntamos, motu propio, a cursos a lo bestia que nos requieren mucho tiempo y esfuerzo. Los llamamos másters, expertos, diplomados.  Apuntarte es como subirle la dificultad al juego, porque sí, porque lo fácil ya lo tienes dominado y valoras lo justito tu tiempo libre.

Pero el jefe final de los cursos es el doctorado, los que han jugado me han contado que: o acabas con él o acaba contigo.

Si pudiera volver a empezar la partida de los cursos jugaría mejor.  Haría solamente esos que me aportan información de valor y de calidad para hacer mejor mi trabajo, no les daría prioridad sobre otras cosas que también tengo que aprender, no perdería el tiempo recolectando puntos.  

Y acabo ya la entrada que creo que el profe me está mirando... 

27/01/2022: F y L, mi unidad docente

Recuerdo que cuando me decidí a escoger Medicina Familiar y Comunitaria descubrí algo que, a priori, no me pareció tan importante como ahora sé que lo son, las unidades docentes.  

La unidad docente es la responsable (junto con los tutores) de que los MIR MFyC como yo, no sólo aprendamos, si no que aprendamos bien, y cumplamos el programa de la especialidad.   Por eso es otra de esas preguntas que tienes que hacer antes de coger tu plaza en un sitio o en otro.  Y no es tanto porque que haya unidades docentes muy buenas o muy malas, en absoluto.  Lo que de verdad debe preocuparte es que la que elijas sea capaz de cumplir tus expectativas.

A la unidad docente puedes pedirle muchas cosas, siempre y cuando entiendas que debes hacerlo con responsabilidad, te estás formando mientras estás trabajando.  

Pídele que sea un poco exigente pero muy comprensiva, porque vas a vivir tantísimos cambios en cuatro años que desestabilizarte es relativamente sencillo.  Pídele que te de oportunidades (que te informe de cursos, que te prepare formación interesante y de calidad, que te lance a plataformas de investigación, que te facilite la asistencia a los congresos) pero que lo haga desde el respeto a tu libertad.  Pídele que mantenga la puerta abierta, que siempre que tengas una propuesta que hacer, una motivación, una ilusión que contarles, puedas hacerlo sabiendo que es posible conseguir un "sí, adelante".  Pídele que defienda siempre tus derechos, que no deje que ninguna institución, ni el hospital ni el centro de salud sean los que marquen tu hoja de ruta, que no acepte fácilmente el argumento de "necesidades del servicio".  Pídele que cuente con tus compañerosy contigo para decidir, y que cuando tenga que tomar una decisión difícil sea transparente con vosotros.  Pídele que se mantenga cerca de todos sus residentes porque, a veces, quien menos se hace de notar es quien más ayuda precisa.

Mi unidad docente actualmente la componen F y L, pero ellos se hacen llamar UDOMFYC.  A pesar de ser responsables de nuestra formación en atención primaria, están metiditos en un agujero del hospital de referencia.  Pero tranquila, estarás en contacto e irás a verlos con relativa frecuencia.    Cada año de la residencia tiene sus particularidades, sus infinitas tablas de excel para organizar tu tiempo, sus eternos cursos, y sus extensos papeleos.  

En realidad, la súper secretaria (L) me salva la vida cada vez que no entiendo cómo solicitar un permiso, me equivoco en completar algún formulario, me falta algún papel por entregar o estoy a punto de olvidar algo pero recibo un correo recordatorio... recuerdo con cariño que cuando la pandemia empezó, L nos mandaba esos mails llenos de palabras de ánimo.

En realidad el jefe ahora es F.  Creo que F piensa que soy un poco rarita porque a veces le pido cosas tan extrañas como rotar en la cárcel, o solicito unos días para ir a dibujar a congresos de medicina gráfica...  Es un maestro de las tablas Excel, los formularios y los calendarios, de hacer con todo encaje de bolillos para que cada uno esté en el lugar que le corresponde en cada momento.  Aunque he de decir que la antelación... no es su fuerte, a veces quiere las cosas para ayer y nos vuelve un poco locos.

F no siempre te contesta lo que te gustaría oír, pero estoy segura de que siempre te escucha; y es que no es fácil hablar desde donde él se sienta.  Lo que sí sé que hace es leer mi diario, cotilla también es un rato.  

¡Saludos UDOMFYC!

08/01/22: El EPI nos persigue

Hace unos días salí de guardia del hospital después de pasar 12 horas en el área COVID.  La llamamos “unidad de apoyo” de una forma poco acertada, porque eso es precisamente lo que nos haría falta, apoyo.

Mi look de trabajo cambia por completo, el EPI me ha atrapado.  Mi pijama blanco se esconde bajo una bata azul impermeable, doble guante de látex, doble mascarilla (FFP2 y quirúrgica), casco verde con pantalla transparente que solo deja ver que hay unos ojos cansados ahí debajo.  Más parezco una astronauta que intenta comunicarse con sus pacientes a 2 metros de distancia, que la MFyC que quiero ser…  

Encerrada en una consulta dedicada a pacientes con sospecha o diagnóstico de coronavirus sin signos de gravedad, que probablemente debieron aislarse y no acudir a verme urgentemente.   Son siempre las mismas preguntas “fiebre, tos, fatiga, desde cuándo, vacunación, resultado del test rápido, saturación, auscultación, aislamiento, paracetamol…”  Ya no parezco una astronauta, soy un robot.   

Mientras me quito el EPI pienso: “no me gusta esta forma de trabajar, no me gusto debajo del EPI, no les gusta la atención que les damos, son demasiados, somos muy pocos y mal organizados, necesitan información fiable, necesitamos respaldo, están enfermos, estamos agotados… No podemos más, no puedo más”.

Al salir del hospital me doy cuenta de que me pican mucho las manos porque quizá las haya limpiado más de 100 veces, he sudado en invierno más que en verano, me duele la cabeza como si todavía llevase puesto el casco, me lloran los ojos, tengo la cara roja y marcas que me escuecen detrás de las orejas lleve una o dos mascarillas.  De camino a casa me entra la tos y me descubro deseando que “solo” sea el asma.  

Al día siguiente en el centro de salud me espera una consulta infinita inundada de COVID.  Me rodean tantos sanitarios que se ahogan… Llevan demasiado tiempo cogiendo aire cuando baja la marea y aguantando la respiración bajo la ola.

La pandemia ha marcado mi MIR MFyC, la mascarilla queda en mis dibujos para que nunca se me olvide, porque las olas se siguen sucediendo y yo nado pensando que ojalá pudiera vestir sólo pijama blanco, romper los protocolos COVID y aprender otras cosas,  dejar de posponer “para cuando esto pase”, conocer la nariz de mis pacientes y que ellos conocieran mi sonrisa,  estrechar el contacto con mis coR y dejar de pensar en “contactos estrechos”,  que el centro de salud no hiciese aguas, vivir la MFyC como era antes.



23/12/2021: Cuidados paliativos

La entrada de hoy va dedicada a los cuidados paliativos y lo importantes que son para los MIR MFyC como yo.  Quiero que quede constancia hoy en mi diario, pero espero acordarme todos los días.

Mi primer contacto fue en la universidad, por elección propia, "cuidados paliativos" fue una optativa de 5º de medicina. Tuvimos un profesor brillante, ECG, que hablaba de acompañar pacientes, de formas de morir y muerte digna, de etapas de duelo, de familias que cuidan, de casas, también de dosis y de vías de administración, de efectos secundarios, de olvidar el diagnóstico y mirar a los síntomas, de últimos días, de ética... Nos descubrió a Cicely Saunders y su "velad conmigo".   He rescatado sus apuntes, son los únicos de la carrera que he vuelto a abrir.

Un año después hice mis prácticas con CCS, un MFyC que me hizo muchas preguntas que me ayudaron a situar los cuidados paliativos como una prioridad de casi cualquier médico, pero sobre todo, del médico de familia.  Cuando ya no hay nada que curar hay mucho que cuidar, y cuidamos hasta el final.  Si antes había evitado hablar de lo inevitable, con él, la muerte no parecía un tema "tabú".  Años después, viendo que sigo haciéndome preguntas, me regaló "Ayudar a morir" de Iona Heath.

Siendo MIR, durante mi rotación con el Equipo de Soporte de Atención Domiciliaria (ESAD), me enseñaron a poner en práctica todo lo anterior, le perdí el miedo a la vía subcutánea y a la morfina, también a comunicarme con personas que van a fallecer, parecía fácil, pero no lo es.  Rotar con profesionales que dedican todo su tiempo a llevar a las casas los cuidados paliativos es un lujo, una oportunidad. Me dejaron una lista tan larga de libros que aún intento terminarla, pero "Ser mortal" de Atul Gawande, ha hecho pódium.

Y ahora, en la consulta con mi tutora, AC, aprendo a priorizar estos pacientes.  Ella tiene claro que a veces significa dejar la consulta cuantas veces sea necesario para ir hasta sus casas,  significa estar en estrecho contacto con sus familias, a veces salir tarde, a veces salir llorando.   AC me dijo que leyese "Martes con mi viejo profesor" de Mitch Albom, en ello estoy.

Hace unos días CUSIRAR (Asociación aragonesa de Cuidados Paliativos), me concedió un premio en su concurso de dibujo "el arte de cuidar al final de la vida" y se lo agradezco mucho. 

Creo que donde quiera que nos posicionemos y seamos profesionales, pacientes, familiares, vecinos... tenemos que hablar más sobre cuidados paliativos, atención en los últimos días, sedación paliativa, buena muerte y muerte digna, porque son parte de nuestras vidas.  Así que gracias CUSIRAR por tomar parte activa en informar y divulgar sobre ello, por vuestro trabajo, por el concurso y por el premio.  

Gracias tutores por enseñarme su valor prioritario e irrenunciable en nuestra especialidad y por la idea de presentarme al concurso.  

Y gracias familia porque a mi padre y a mi tía les debo la destreza con el lápiz, a mi madre y a mi abuela la infinita provisión de papel y pinturetas, y a mi marido el aguante de verme absorta dibujando tantas noches...  Gracias a todos.

21/11/2021: Educación para la salud a través de Cristal

Hoy os presento a Cristal.  Forma parte de esos MFyC especiales que conozco, forma parte de un grupo que se ha puesto el alias de "empastillados", donde yo también intento echar una mano.

Se dedican a algo que llamamos "educación para la salud".  En realidad es comentar con las personas, con los pacientes, aspectos muy relevantes de su salud.  Los "empastillados" se han propuesto conversar sobre medicamentos, algunos como el omeprazol, el ibuprofeno y la amoxicilina sirven de ejemplo para valorar sus riesgos y beneficios, su uso prudente, su lugar en el autocuidado y en los determinantes de salud, y de allí a la alimentación, el ejercicio, el sentido más amplio de salud...  Han entendido que el formato de "soltar la chapa" no siempre es el más adecuado, han diseñado dos coloquios a los que un día puedes estar muy invitado; los llaman "medicamentos, los justos".

Un grupo de personas viene al centro de salud un par de jueves, sabemos sus nombres, contamos con ellos y participan en la dinámica del coloquio que a veces cambia alguna opinión, otras las afianza y siempre esperamos que sea compartida en sus entornos.  

Lo que hacen es valiosísimo, invierten buena parte de su tiempo y de su esfuerzo, pero lo dan todo gratis. Han tenido que reservar la sala, revisar el material porque el mensaje tiene que quedar claro,  preparar las fotocopias, llamar a los invitados, traer el ordenador, probar las conexiones, que todo esté preparado antes de que lleguen...  

Y yo no sé de dónde saca Cristal el tiempo y la energía.  No sólo es una gran "empastillada", además se compromete con los pacientes crónicos complejos para asegurar la calidad, controla la ecografía, enseña a los estudiantes la esencia de la medicina de familia, comparte siempre, ya sea ciencia, música o astronomía.  Ahora parece entusiasmada con un nuevo enfoque del dolor crónico... ¡creo que estudia hasta dormida!  Algún día la he visto cansada, pero jamás rendida.   Las más grandes médicas se esconden en las consultas más pequeñitas.

12/11/2021: La médica que se olvidó las gafas

Los MIR MFyC aprendemos muchas cosas a través de la observación.  Constantemente vemos actuar a médicos de otras especialidades, tutores, MFyCs, compañeros residentes, leemos lo que otros médicos investigan y descubren… y vemos muchísimos pacientes. 

La observación deja en nosotros impresiones subjetivas que son importantes y ocurren a diario.  Para observar mejor, yo llevo gafas.  Solamente las uso para estudiar, leer o utilizar pantallas, porque con ellas todo es mucho más nítido.  ¿Debería llevarlas en la consulta también?   Tengo la impresión de que todos llevamos nuestras propias gafas al trabajo.

Creo que a veces los MIR nos equivocamos sin darnos cuanta, dejamos nuestras gafas a los residentes con menos experiencia. Lo hacemos siempre con la mejor intención.  Queremos ayudarlos a distinguir bien el camino, a ver venir la tormenta con la que nos mojamos, la piedra con la que tropezamos, el sol que nos quemó.   Lo llamamos “consejos de R mayor”.

Nuestros mayores nos dejaron también mirar a través de sus gafas.  Vimos las rotaciones, las guardias, la organización… Vimos a los jefes, a nuestros compañeros, a los adjuntos, a veces también a pacientes que otros ya habían mirado.   Pensamos que podíamos ver nuestro futuro, pero sólo era el presente de otra persona, una mirada heredada.

Llevar las gafas de otra persona tiene sus riesgos.  Puedes perder matices, olvidar colores, distorsionar tu realidad, incluso marearte un poco. 

Nuestros pacientes merecen una mirada sin filtros, sin arrastrar diagnósticos y etiquetas eternos, sin prejuicios, merecen nuestra propia opinión, partir de cero de vez en cuando.   Nuestros compañeros merecen la oportunidad de trabajar juntos, debemos intentar descubrirnos siendo equipo.  Las rotaciones a donde vamos deben ser un escenario donde aprender, de donde extraer mucho o poco para llevar después a la consulta.  Los adjuntos, los MFyC, los médicos con quienes nos toca compartir consulta o urgencia, casi siempre tienen algo que enseñarnos, si les dejamos, casi siempre algo valioso que procuraremos reproducir, otras veces lo que debemos intentar evitar.

Por eso creo que lo mejor que puedo hacer es llevar mis gafas al trabajo, y lo único que puedo decir a los residentes que empiezan con ilusión sus proyectos es que, cuando los residentes mayores ofrezcamos nuestras gafas, echen un vistazo rápido y vuelvan a ponerse las suyas.   Es decir, querido R pequeño, escúchame pero no me hagas demasiado caso, que sólo tu experiencia conforme tu mirada.

25/09/2021: Hacemos eeeeco, eeeeco, eeeco....

Hoy quiero presentar una herramienta nueva, que a 3 MIR y un MFyC nos ha arrastrado a cruzar en tren la península, desde Zaragoza hasta Granada, con un manual en la mochila cada uno y mucho que aprender.

Es la ecografía y es para nosotros.  No sólo porque a mi generación le cautive una pantalla y un joystick, no sólo porque está “de moda” o por hacer algo distinto.  La eco nos permite echar un vistazo a lo que hay bajo la piel, al interior.  Es una nueva ventana que nos enseña algunas cosas que antes sólo intuíamos o escuchábamos, incluso radiografiábamos a veces y ahora las vemos en tiempo real.  Cuantas más ventanas abrimos, más luz entra en la consulta y quedan menos sombras, menos dudas. Puede que el día de mañana la sonda llegue a ser un tercer brazo del MFyC, puede que integremos en la exploración la ecografía clínica y puede que los MIR tengamos asegurada la formación en este campo que hoy tan sólo parece de interés para unos pocos. 

Pero no es tan sencillo como apoyar el aparato en el paciente y ser espectador de lo que ocurra.  Hacer ecografía es ser consciente de lo que uno busca, cuando y dónde buscarlo, reconocerlo cuando lo encuentras y saber qué hacer con ello.  Exige mucho estudio y horas de práctica, las manos nunca antes nos habían emitido ultrasonidos, lo normal es que al principio no sepas ni dónde ponerlas.  Nuestros ojos están acostumbrados al color y ahora tienen que adaptarse a ver en blanco y negro la película, y extraer la información que encierra su escala de grises, y te aseguro que no es poca.  Lo normal es que, al principio, no lo veas muy claro que digamos.

En el proceso de aprender yo tengo muchísima suerte.  Tengo dos compañeros que quieren que entrenemos con frecuencia, ahora la eco es un deporte de equipo.  Tenemos un tutor que se ha hecho con el aparato y se defiende con soltura; y generoso nos permite ver sus experiencias y nos acompaña en una práctica guiada si queremos, es el entrenador que nos regala parte de su tiempo y de lo que sabe.  Él lo llama “hacer mano” como si fuera poco; yo lo llamo “pasar con Luis” y me parece un lujo.

Si he de decirle algo al MFyC que me lea es que se busque algún aliado y se aten al ecógrafo a ratitos, el riesgo es que aprendan algo nuevo y que les guste… y al año que viene se crucen el país como nosotros porque la ecografía les enganche, nosotros encantados.


03/09/2021: La práctica hace al MFyC

Muchos médicos me dijeron que la mejor forma de aprender a ejercer la medicina es ejerciendo, que me olvidase de aprender a ser MFyC detrás de un libro, mirando a otros; que hay cosas que sólo se aprenden con un paciente delante.  Tenían bastante razón aunque hoy me atrevería a matizar.  Hace falta estudiar mucho para sentarse frente a alguien que sufre, y aún sentándonos muchas veces, nunca llegaremos a estar preparados para todo, siempre habrá un dolor diferente en una persona distinta, creo que se aprende algo todos los días. 

La experiencia parece, en todo caso, la mejor forma de retarnos a mejorar, poniendo cara y nombre al desafío, el mejor aprendizaje. 

Pero para que toda esa práctica sirva de algo y deje poso, necesitamos un feedback.  Necesitamos un análisis de lo que hacemos, de lo que hicimos, del resultado.  Necesitamos volver sobre nuestros pasos para ver dónde no volveremos a pisar y dónde dejamos la huella correcta.  Es bueno evaluar los resultados, revisar con distancia las decisiones que tomamos, a veces después de una consulta rápida, otras con horas de estudio, a veces por la inercia de lo que vimos hacer a otros, y en ocasiones con la intuición como guía.  Sólo así puedes configurar al MFyC que aspiras ser sabiendo que no hay una única manera de hacer las cosas, y que aunque siempre pongamos la mejor intención, no todo sale como quisiéramos, no acertamos siempre.

La mayoría de las decisiones se toman en consulta, se toman en una auténtica montaña rusa.  Agosto me ha enseñado que no es lo mismo mirarla desde abajo que estar subida en ella; darse una vuelta y bajar, que seguir montado y repetir y repetir... Tampoco montar solos o acompañados deja las mismas sensaciones.  Sé que si me subo sola me gusta que mi tutora me espere abajo.   Porque mi feedback lo consigo gracias a AC, que ha vuelto a la consulta.  Porque ahora valoramos en equipo las experiencias que viví yo sola, ahora puedo contarle porqué lo hice y escuchar lo que ella haría,  ahora somos tándem, ahora aprendo aún más, ahora sí que sí. 



27/06/2021: El tetris de nuestra agenda

Cuando estudias medicina no te imaginas que de vez en cuando te sentarás en la mesa de tu consulta y no será frente a un paciente, será delante de una o varias tablas de excel.   Tu agenda en un papel, tú echarás cuentas, dividirás las horas, decidirás el orden de los pacientes, ajustarás el número de huecos.  Otros días organizarás a tus compañeros en las distintas guardias de los diferentes días del mes, programarás el calendario de sesiones, registrarás las vacaciones y permisos del equipo...  Pensabas dominar diagnósticos y tratamientos y ahora te mueves entre tablas infinitas, cronogramas, calendarios...  No  tenías ni idea de que además de médica serías gestora de tus recursos y tus tiempos.  

Hace unos días AC y yo nos sentamos a reorganizar nuestra agenda.  Es como un tetris avanzado, en el que deberías cuadrar los minutos de la jornada laboral para atender al número preciso de pacientes, dando a cada cual el tiempo necesario, en el espacio más adecuado, en el momento oportuno y de forma que sea asumible, para MFyC humanos, terminar con dignidad y cerca de la hora de salida. 

Con ese objetivo nos sentamos a diseñar las reglas de nuestro particular tetris de cada día.  ¿Cuántos minutos le damos a la consulta telefónica? ¿Cuánto a la presencial? ¿Cuántos huecos guardamos para gestión propia? Hay que separar a los pacientes para que no se junten en sala de espera, hay que dejar huecos a primera y última hora para ser más accesibles, los martes y los jueves deja el hueco de las sesiones, los domicilios los ponemos al final, quita un par de minutos por aquí, pon un hueco más de estos por allá... ¡no me queda rato para hacer un pequeño descanso!,  "¡pero si nosotras no descansamos María!", pues también es verdad...  ¡Entonces ya está lista! ¿Crees que así funcionaremos bien? "Pues...¡ojalá!"

Algunos días las piezas van cayendo en sus huecos a buen ritmo y pasamos de nivel.  Pero otros días cae una que no encaja y te retrasa, cae una sin hueco, caen dos a la vez, y la siguiente ya no sabemos muy bien dónde ponerla y vamos colocando las restantes a trompicones, como podemos, hasta que finalmente acaba la partida, hasta arriba de piezas.  Acaba la consulta y nos quedamos con esa sensación de rápido y desbordante colapso, sensación de derrota, como cuando pierdes al tetris.

Poco a poco tengo que aprender a gestionar el tiempo, dar a cada paciente lo que necesite, ni más ni menos, colocar cada pieza en su lugar, pasando a la siguiente sin prisa pero sin pausa.  No soy especialmente buena con el tetris, perdí la primera partida que jugué, pero con la práctica iré cogiendo la mecánica supongo.  Creo que hay muchos MFyC jugando al tetris por ahí, ¿irán ganando o estarán perdiendo?



19/06/2021: Medicina Familiar y... ¡Ah sí! ¡COMUNITARIA!

- ¿Y cómo dices que se llama tu blog? 
-  Diario de una MIR MFyC, 
- Ah... ¿y eso qué quiere decir? 
- Médica Interna Residente en Medicina Familiar y.... 
- ¿y?
- ... ¡Ah sí! ¡Comunitaria! 

¡Menudo lapsus! ¡Se me olvidó por un momento la mitad de mi especialidad!  Pero tengo que admitir que no me sorprende demasiado. No es infrecuente que pasemos por alto la comunitaria, a la hora de elegir la especialidad primero, en nuestra formación como residentes después, en nuestros equipos de trabajo, y poco a poco en nuestro día a día.

Reconozco que buena parte del tiempo soy Médica de Familia, a secas.  Creo que lo soy porque priorizamos un aprendizaje tremendamente biomédico y simplista, aprendemos a buscar una sola causa a los problemas que se sientan frente a nosotros y buscamos una solución con las herramientas que nos quedan al alcance de la mano.  Cuando invito a un paciente a entrar en la consulta y cierro la puerta, muchas veces olvido que tanto él como yo, dejamos todo nuestro mundo fuera.   

Y es que nuestros pacientes vienen a consulta, pero vuelven a la Comunidad.  Allí tienen su vivienda, buscan o desempeñan su trabajo, se relacionan con su familia y sus amigos, crean sus grupos o se sienten solos, disfrutan del ocio, van a la compra, practican ejercicio y hacen frente a los problemas y contratiempos.  Y allí, cada cual con sus circunstancias (nosotros los llamamos determinantes sociales), es donde experimentan salud y enfermedad.  Si se conoce el entorno, si se pone en contexto, se entiende mucho mejor que cada cual vive o le toca vivir de una forma muy diferente su condición de salud.

Para enseñarme todo esto, mi tutora AC, de vez en cuando me asoma a la ventana porque la comunitaria puede hacerse "pasando consulta mirando a la calle".  Para eso ayuda mucho la longitudinalidad (así llamamos al lujo de que siempre te atienda el mismo MFyC), es decir, "pasar consulta mirando siempre la misma calle".

La comunitaria también nos mueve a interactuar con ese contexto y ese entorno como parte del mismo.  Pero la realidad es que poder hacerlo depende por completo de la motivación del equipo.  Desde fuera no se promueven, no se facilitan, no se regulan, apenas se visibilizan.  No hay un tiempo ni un espacio de trabajo reservado para levantarse de las sillas y salir a conocer el barrio y sus recursos, hacer un mapa con los múltiples tesoros (activos) que en el barrio ayudan a mejorar la salud de sus gentes, acercarse a preguntar qué necesitan, darles voz y participación en la toma de decisiones, colaborar con ellos o simplemente acompañarles... Tristemente y casi siempre, todo queda relegado a acciones puntuales que salen adelante gracias al voluntarismo de unos pocos entusiastas.

Por suerte, aunque en su día la comunitaria parecía simplemente un complemento de mi especialidad, estoy rodeada de un equipo que piensa que es una tarea indispensable para la población, una labor irrenunciable para nosotros.  Contagiadme para que no se me vuelva a olvidar que mi Medicina Familiar y Comunitaria es indivisible.

06/06/2021: Los MFyCs no nacen, se forman

Cuando empecé a estudiar bachillerato con idea de hacer la carrera de medicina mi madre me dijo que aquello era "estudiar como una loca".  Cuando decidí especializarme en Medicina Familiar y Comunitaria, me dijo que esto es "estar toda la vida estudiando".   
Pues bien, toda la razón mamá, aunque lo llamemos oficialmente "formación continuada", efectivamente, es nuestro derecho y nuestra obligación actualizarnos, estudiar y mejorar siempre.  

No es fácil formar (darle forma) a una MFyC.  Hay que buscar una buena base para empezar a construir, juntar las piezas adecuadas, hay que pulir las asperezas y reforzar los puntos de apoyo.  

De vez en cuando salimos a buscar materia prima y ayer, un grupo inquieto de MFyCs, fuimos a Madrid a una jornada espectacular donde entre varios ponentes nos entregaron los materiales más selectos.  

Nos ayudaron a recordar las novedades de nuestra particular medicina en los últimos años, esas que a veces nos han obligado a darles la vuelta a las costumbres.  Nos presentaron nuevas herramientas que debemos incorporar a nuestra práctica poco a poco, y nos mostraron que aún hay mucho que conocer respecto a las que llevamos utilizando desde siempre, aún hay tanto que explorar...  Insistieron en mantener la mirada crítica y no caer en las inercias y las rutinas,  poner en el punto de mira lo que "toda la vida se ha hecho así".  Abrimos los ojos al concepto de la equidad, se hizo tangible y se metió en nuestras consultas.  Pusieron en valor nuestro trabajo, nuestra vocación, dejaron claro que la Atención Primaria no es un lugar y no dura 5 minutos.  Entre todos nos administraron una generosa dosis de energía para poder continuar "toda la vida estudiando".

Lo que más disfruto de las tardes de estudio ahora, es saber que detrás de todo esto que leo, subrayo, imprimo, guardo, habrá nombres de pacientes que podrán decir que me tomé el interés de hacer lo que en aquel momento parecía mejor.  Sé que nunca dejaré de estudiar pero ahora entiendo que no será para tener más títulos, para llegar más alto, para que no quepan en casa tantos libros... Sólo quiero "saber más para cuidar mejor".  

Y sé que como yo, hay tantos MFyC que nunca dejarán de estudiar.  Lo sé porque los tengo cerca, confío en que nunca dejarán de hacerse y hacer preguntas, de invertir su tiempo y esfuerzo en formarse y formar, de basarse en la mejor evidencia sin dejar de mirar a los ojos a su paciente.  No les deseo otra cosa que poder estar "toda la vida estudiando".




15/05/2021: Nuestro particular jenga

El otro día, nuestra súper enfermera abrió la puerta de la consulta (porque trabajar en equipo implica asomarnos de vez en cuando para compartir impresiones) y cuál fué su sorpresa al econtrarnos haciendo una pausa entre paciente y paciente para... ¡echar una partida al jenga!

Sabréis (o estaréis googleando) que jenga es un arriesgado juego de mesa que requiere máxima atención, concentración, paciencia, un exquisito sentido del equilibrio y total prudencia en cada movimiento, buscando siempre la seguridad.  ¡Anda! Lo mismito que necesitamos para recetar (prescribir) o retirar (deprescribir) medicamentos.

Efectivamente, con mucha frecuencia sacamos en la consulta nuestro particular jenga.  Casi con cada nuevo motivo de consulta, con cada decisión, retomamos por un momento la partida revisando la medicación de los pacientes.  Y a veces entraña verdadera dificultad y requiere un esfuerzo añadido, sobre todo con nuestros pacientes polimedicados.

Las primeras fichas son sencillas si la base es firme y la partida transcurre con tranquiliad,  un movimiento cada vez, con órden y por turnos.  No ponemos una pieza que no sea imprescindible, aquí movemos ficha con la premisa de que "medicamentos, los justos".  Las colocamos con mimo, buscando el momento y el lugar apropiados.   

A veces encontramos piezas que sobran, que ya no son necesarias, que nos están generando un problema o aumentan el riesgo de caída.  Las piezas, como los fármacos, se retiran también con precaución, despacio, a veces cualquier movimiento puede descompensar el peso.  

Se tambalea la receta porque alguna necesita de un pequeño ajuste, se palpa la tensión al modificar las posiciones, vigilamos de cerca que el efecto sea el correcto.

Pero los MFyC no jugamos solos, a veces nuestros compañeros del hospital o de otras consultas juegan sus movimientos.  Con más o menos fortuna nos echan una mano y de nuevo el turno es nuestro.

En ocasiones incluso tenemos que consultar el manual de instrucciones, los fármacos tienen sus propias fichas técnicas, seguimos guías y hay mucho escrito sobre como quitar y poner... pero tenemos en mente que cada partida, cada paciente, son únicos.

Entre partida y partida los MFyC cuidamos de la torre y del paciente, procurando que sigan en pie, hasta que vuelvan a consulta y surja la duda: "mmm... necesitamos revisar el tratamiento, por favor deme un momento."  "¡AC! ¡Saca el jenga!"


27/03/2021: El amarillo gana al blanco

Ayer costó que el amarillo derrotase al blanco.  Aunque AC me ha entendido, mejor voy a explicarlo.

La lucha de colores ocurre cada día en la pantalla del ordenador de la consulta.  Cada mañana nos prepara una ensalada de pacientes, colocados uno tras otro, una lista llena de nombres y apellidos, todos en color blanco.  Conforme avanza la consulta va pintando de amarillo los nombres de pacientes que ya hemos atendido, y así, va perdiendo terreno el blanco frente al amarillo.

Ayer se hizo un poco cuesta arriba empezar con tantos nombres en pantalla, se preveía una dura batalla.  Perdimos el primer asalto al ver como surgían nuevas citas urgentes que añaden nuevos nombres blancos a nuestra lista, nunca es fácil lidiar con las interrupciones.  Pero el segundo asalto lo ganamos con ayuda, porque algunos pacientes necesitan más bien poco de nosotras, solo echar un ojillo cuando la enfermería los lleva de la mano.  Poco a poco terminó la consulta, y pese a estar nosotras derrotadas, queda la lista entera pintada en amarillo victorioso.

Pocas veces me ocurre, pero después de una mañana intensa al lado de AC, suspiramos las dos casi al unísono dejándonos caer sobre el respaldo de la silla, mirando la pantalla que aunque ahora está amarilla, mañana nos espera toda entera de blanco.

24/03/2021: Todo en mente

Me he dado cuenta de que una de las cosas que más admiro de los MFyC es la capacidad para entender al paciente como un todo.  Cualquier motivo de consulta, si nos dejamos llevar por la inercia de tantos años de estudio fragmentado, nos llevaría a desmembrar al paciente poniendo el foco en el problema presente, distorsionándo la visión del resto de la persona.

Por suerte, AC me ejercita en esta habilidad constantemente y me rompe la inercia todos los días.  Cuando un paciente nos cuenta un nuevo problema, pasa una vorágine de ideas por su mente en cuestión de minutos, casi puedo escucharlas, casi puedo verlas.  

Entre otras cosas: valora cómo de limitante o grave es cada problema, tiene en cuenta donde vive o trabaja, sabe si su familia será un apoyo ante una situación, revisa siempre la medicación que toma y repasa los olvidos, comprueba si filtra bien ese riñón, si ese hígado anda como siempre...   Recuerda si ya nos ha contado este problema en otras ocasiones, echa un vistazo a sus citas pendientes, revisa como llevamos el control de su tensión, su azúcar, su dieta... si va tocando una analítica.  Deja siempre una puerta abierta para llamar de nuevo o para vernos en persona.  Y muchas veces quiere mejorar y me propone revisar un caso, un tema, un documento.  

Admiro la capacidad de hacer con todo esto encaje de bolillos, para cuidar hasta el más mínimo detalle en lo que hacemos, para no molestar demasiado al paciente y para que las decisiones sean siempre compartidas. 



22/03/2021: El lío de la consulta telefónica

La semana pasada me estrené en las consultas telefónicas.  Probablemente antes de esta pandemia, ni los MIR ni los MFyC sabíamos que este tipo de consulta debe estructurarse de forma similar a la consulta convencional, que hay una sistemática a aplicar, que tiene también sus indicaciones, tiene algunas ventajas y también sus propios riesgos, puede alcanzar una alta complejidad o hacer sencillos y accesibles algunos procesos, puede hacerse agotadoramente larga o peligrosamente breve.

Para mí, que soy una médica "novel" que no conoce a sus pacientes o no tanto como le gustaría, el teléfono supone un reto más.  Entiendo que la forma ideal de iniciar una relación con los pacientes siempre será la consulta presencial, compartir un espacio que te permite cercanía, te deja leer y expresar el lenguaje no verbal, te facilita explorar ante la duda o la necesidad, te permite a mirar a los ojos.  Si yo no tuviera a mi lado a AC, que conoce a quien está al otro lado del teléfono, y casi puede adivinar dónde está, cuales son sus gestos, qué está pensando mientras hablamos... Sé que me enredaría en una conversación sin frenos, explicaciones infinitas, negociaciones que sin apoyo visual se hacen muy difíciles.  Sé que colgar el teléfono es ahora cerrar la puerta de la consulta y, para mí, es mucho más desagradable y complicado.

Elegí estar en permanente contacto con las personas, sentados uno frente al otro, a veces a su lado, a veces en sus propios hogares.  Hoy me encuentro en medio del lío de un nuevo escenario para la MFyC.  Hoy estoy decidida a aprender a acercarme a los pacientes como nunca antes lo habría imaginado.

10/03/2021: OMI... Yo no te gusto a ti y tú no me gustas a mi

Una de las cosas que incomprensiblemente entorpecen y enlentecen mi incorporación a la actividad asistencial en la consulta es el programa informático que los MFyC utilizamos.  En mi sector, el endiablado programa se llama OMI.

Querido OMI, eres un completo desastre, tienes millones de botones que no sé para que sirven, alguno ni siquiera me atrevo a pulsarlo por si me borra algo importante, eres lento y no me dejas hacer dos cosas a la vez, a veces decides atascarte en el peor momento, a veces decides que ya no abres ni una pestaña más; cuando escribo me descuadras las líneas, me distorsionas las letras (¿Qué es lo que intentas encriptar? y me cortas cuando te parece que ya he escrito suficientes caracteres (¿Acaso tienes complejo de twitter?) y lo peor de todo es que a veces decides cerrarte en medio de una consulta y tengo que volver a empezar (¿Qué buscas con esos desplantes de drama Queen?). 

Lo siento OMI pero estamos destinados a trabajar juntos, y es solo cuestión de tiempo aprenda a manejarte...



Entradas más populares