Querido diario:
Escribo hoy para despedirme de ti. Termina esta aventura de ser MIR MFyC.
Abrí las páginas de esta libreta por primera vez a los pies de una montaña. Sentí la necesidad de hacer pequeñas paradas en la subida para contemplar el paisaje, para pensar en el camino recorrido y planificar el próximo paso. Se me ocurrió que podía escribir todo eso que me iba sucediendo tan rápidamente, aprovechando para reflexionar un poco. Se me ocurrió que podría crear dibujos que sirvieran de recuerdo de aquellos momentos que no se pueden capturar en fotos. Ahora, desde la cima, me siento a contemplar un paisaje espectacular, que supera la expectativa que tenía cuando miraba desde abajo la tremenda montaña.
Me descubro orgullosa cuando veo que hago algunas cosas igual que las hace ella, pero también me motiva saber que en algunos casos actúo o voy a actuar diferente. He conseguido decidir cuál quiero que sea mi estilo. Aunque haya muchas cosas que mi tutora ha dejado impresas en mí, también empiezo a tener una identidad como médica, y eso también es en parte gracias a ella.
Tengo la sensación de que ha ido tejiendo una bata como la suya porque conoce mis medidas, y que ahora me la entrega porque piensa que estoy lista para llevarla. Cuando alguien te hace un regalo así no puedes parar de darle las gracias.
Mi centro de salud ha actuado como punto de encuentro. Valoro, por encima de todo, su componente humano. Está lleno de personas críticas y guerreras que sólo siendo como son me han enseñado a posicionarme. Además, se han involucrado personalmente en mi formación en muchos momentos, llevando comunicaciones a congresos, para hacer comunitaria, para facilitarme la consulta, para hablar de eso que me preocupaba... Me han permitido participar de la vida interior del centro, creo que el equipo ha podido contar conmigo, saben quién soy y cómo soy (o más o menos 😛). De alguna manera siempre le tendré un cariño especial a este barrio, a este centro, a esta gente... lo mismo que me despierta mi antigua casa o mi colegio de toda la vida. Y si me voy, lo echaré mucho de menos.
Me alegra que hayamos compartido tiempo en congresos, cursos, guardias... pero también en fiestas, excursiones, viajes. Hay coRs que saben que siempre podrán contar conmigo, algunos sé que siempre los tendré cerquita. Hemos mantenido la promesa que nos hicimos al empezar "yo cuido de ti y tú cuidas de mi". Les agradezco que hayamos creado pequeños oasis en medio de calendarios frenéticos: esos miércoles de cine, los desayunos antes de afrontar los cursos de los viernes, la caña improvisada porque alguien tiene algo que contar. Hemos escalado juntas este MIR y por eso en ellas yo tengo un punto de apoyo, un refugio. Están conmigo en la cima, estoy orgullosa de ellas, van a ser excelentes médicas de familia.
El hospital con sus guardias me ha enseñado muchas cosas, principalmente que soy capaz de tomar decisiones rápidas en situaciones estresantes, aunque pensé que no podría (los nervios de R1 no han desaparecido por completo, han madurado). Y aunque ahora me desenvuelvo con más soltura en lo que es agudo y grave, el espejismo de verme contenta en urgencias ya no me oculta que donde soy realmente feliz es en una consulta.
Han sido 4 años de aprender sin parar, la progresión es increíble, poco tengo que ver con la persona que empezó esta aventura. Intentando primero descubrir lo que es la Medicina de Familia, luego transformándome a mi misma para empezar a ejercerla, y finalmente, dándome cuenta de que, aunque la voy conociendo, me queda muchísimo por aprender y nunca dejaré de hacerlo. He disfrutado cada etapa (AC me lo ha puesto fácil), y ahora confío en adquirir la experiencia que me falta en la independencia de mi consulta.
Por suerte y con algo de ayuda, me recuperé pronto, y la propia consulta donde había tocado fondo me impulsó de nuevo hasta la superficie. A pesar de todo, aún le veo la grandeza y el potencial a lo que hay dentro de la consulta, veo el cambio posible hacia fuera, tengo ganas de ser parte de ese cambio, tengo esperanza, mucha, y fe claro.
Cuando, hace unos meses, pensaba en que mi residencia se acabaría, me decía: "repetiría el MIR y cogería otra vez MFyC si se pudiera". Pero ahora tengo claro que quiero dar el siguiente paso, navegar yo sola me sigue dando vértigo y me ilusiona a partes iguales. Nos adentramos solos en un mar de dudas, un océano de contratos, pero ya es hora de empezar la travesía, donde quiera que nos lleve.
En cualquier caso intentaré ser la JMFyC valiente que me han enseñado que llevo dentro, esa que me he propuesto ser, vaya a donde vaya, esté donde esté.
Mientras voy cerrando la última página de este diario pienso que quizá consiga una nueva libreta. Quizá me siente delante de este océano a escribir antes de intentar atravesarlo. Quizá la llame "Diario de una JMFyC".
Diario de una MIR MFyC
- por María Escori