01/12/2022: Cuando todo estaba oscuro

Hola de nuevo querido Diario.  Sé que han pasado muchos meses sin hablarnos, que este silencio sólo podía significar que no tenía nada bueno que contarte, ni encontraba las palabras para explicarte lo malo.

Mi situación ha sido tremendamente compleja, igual que la situación de nuestra Atención Primaria.  Ser "médica de huecos" ha implicado contratos de una semana, dos días, uno incluso.  Cada día en un hueco distinto, cada día una aventura diferente.  

He dibujado la presión asistencial de mis contratos, creo que se entiende bien pero te lo voy a explicar.

He sido una "médica trapo" o "médica bayeta".  Esa con la que "limpian la consulta", con la que "achican agua".  Claro que lo que aquí se "limpia" son 40 o 50 pacientes en una mañana, pacientes que no conozco y tienen, con suerte, entre 5 y 10 minutos para presentarse, pacientes que merecen una atención de calidad que así no puedo darles.  

He sido esa "médica bayeta" que intentan escurrir, a ver si puede limpiar 4 o 5 pacientes más, y cuando los ha atendido, le dan esa última vuelta de apretón a ver si aún le queda algo que sacar: un domicilio urgente, pacientes de otros médicos que tienen que dejar su consulta vacía cuando no pueden estar, una emergencia, ese paciente que no puede esperar a mañana, ese paciente al que acaban de dar el alta del hospital, ese que se quedó sin medicación imprescindible...

Una "médica trapo" sale bastante barata, creo que es así porque entre ella y sus pacientes pagan buena parte del precio.  No hay que pagarle descansos a los que no tiene derecho, no hay que pensar en conciliación con la que no cuenta.  Se da poco valor a la seguridad del paciente, pero la prisa y la presión hacen más probable cometer errores que saldrían caros...  Se le da mucho valor a la inmediatez que no ha demostrado gran cosa, en absoluto se valora la longitudinalidad, que sí puede hacer que nuestros pacientes vivan más y mejor.  La accesibilidad es barata y desigual, porque romper la brecha digital y procurar que los pacientes más vulnerables pudieran llegar hasta mí tan fácilmente como cualquier joven con un smartphone... saldría caro.  Por eso han aumentado las consultas innecesarias y repetidas, baratijas en el fondo; pero apenas aumentamos el control de los crónicos y el seguimiento de la fragilidad, porque me obligan a dedicar el tiempo a lo primero a pesar de que el valor de mi profesión está en cuidar de los segundos.  

Podríamos hablar del precio de la atención comunitaria pero es que eso sale completamente gratis porque depende únicamente de la energía del profesional para afrontarla siempre fuera de su agenda.  Podríamos hablar del coste de la formación pero es que la tenemos de rebajas, se deja al esfuerzo personal y del equipo para encontrar el hueco donde meterla, cada vez tenemos menos tiempo para mantenernos actualizados.   Aún me faltaría por preguntar: ¿Cuánto nos cuesta formar a un MIR MFyC que aprende a fuerza de trabajar y tiene a su tutor ahogado en la consulta?  ¿Salen caras las jubilaciones anticipadas de los sanitarios que ya no aguantan más? ¿Y las bajas laborales de los profesionales que ya se nos han roto?

En el fondo, una "médica trapo" dura lo que dura si no la cuidas.  Pero dime si no es importante el mantenimiento de una consulta en la que falta el médico, asegurar que puede seguir funcionando con seguridad y con dignidad para los profesionales y los pacientes.  Es importantísimo, porque tenemos a muchas médicas jóvenes que se han cansado de ser utilizadas y se marchan, dejando tras de sí una frase para la televisión y los periódicos: "faltan médicos".  A priori parece incontestable, pero si miras bien, te das cuenta de que formamos a muchísimos profesionales en nuestras universidades y luego les damos formación MIR a casi todos, y la gran mayoría serán médicos de familia, buena parte estarán tremendamente bien preparados.  Pero se nos escapan, y "nos faltan médicos", porque no los cuidamos.  

Todo esto es lo que he ido descubriendo con mis contratos (no diremos "basura", diremos "bayeta"), he sido plenamente consciente del abandono de nuestra Atención Primaria a su suerte, incluso de los desprecios de nuestras propias autoridades.  No solo no dan valor a lo que hacemos, intentan quitárselo constantemente.  

Por eso todo estaba oscuro, y todo está oscuro.  Pero...

Aunque en los últimos meses nada ha cambiado fuera, continúa el abandono y el desprecio, pero algo ha cambiado en mi.  He conseguido un par de contratos algo más largos, dos semanas en el mismo hueco primero, un mes entero en la misma consulta ahora.  Tiempo suficiente para reencontrarme con la médica que quiero ser, para volver a sentirme médica de familia.  No ha sido mérito mío en absoluto, tampoco de mis jefes.  El color ha vuelto con quienes he sentido que ya casi eran "mis" pacientes,  ellos lo han traído.  Fueron sus sonrisas al verme en la consulta varios días seguidos, sus "gracias, a ver si te dejan aquí" al salir,  al conocer mi voz a través del teléfono "¿eres María?", al confiar en mi criterio, al reír juntas, al llorar frente a mi.  Hasta en los desencuentros con los pacientes difíciles encuentro sentido en lo que hago, hasta en el domicilio incómodo de las 4 de la tarde que te pilla con lo puesto, hasta en ese caso que te estudias en tu casa con un café o comentas con tus colegas porque estás perdida.   

El color ha vuelto a la consulta y a mi vida, ahora puedo volver a dibujar.  El color ha pintado mis mañanas este mes y le ha dado el valor que merece mi profesión.  No puedo volver a perderlo en contratos en blanco y negro.  No va a ser nada fácil, pero MFyCs que estéis leyendo esto, tenemos que repintar la Atención Primaria y no pueden quitarle el color a nuestra maravillosa especialidad.

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