11/04/2021: Enlazados

¿Qué haces cuando necesitas conectar con algo que te queda lejos?  Yo busco a Ángel, él es mi enlace.  

Es mi enlace con el hospital.  Ángel es MIR MI, quiere decir que es médico residente en medicina interna.   Ejerce una medicina general que habita en la planta del hospital, cuando el paciente ingresa y saber lo que le ocurre o poner algún remedio corre cierta prisa o requiere de muchas manos.  Ángel mira a sus pacientes intentando poner órden en el puzzle de síntomas y signos, cuenta con muchas pruebas que debe utilizar con sensatez pero sin miedo, tiene muchas vías y tipos de tratamientos; y tiene que elegir siempre desplegando múltiples rutas y barajando muchos escenarios; porque la descompensación y la complicación de los procesos acechan bajo las camas.  

Yo le pregunto cómo cuidan de quienes pasan unos días allí, él me pregunta cómo acompañamos la vida fuera.  Ojalá consigamos que nuestros pacientes disfruten de un enlace entre su casa, su centro de salud y el hospital.  Se aprenden muchas cosas al mirar con los ojos de quien trabaja en el extremo opuesto pero con tu mismo objetivo, cuidar de las personas.  

Además de un excelente enlace médico, Ángel es mi enlace en casa.  Consigue enlazar mi desorganización y mi caos con el órden, mi prisa y mi impaciencia con la calma y la quietud, también mi optimismo ciego con los "peros" oportunos, a veces me enlaza en sus preocupaciones y en sus quejas, otras veces en su ilusión.   Somos un equipo, buscando el equilibrio en cuidar de uno mismo, del otro y de lo común.

Dentro y fuera del hospital mejor trabajar haciendo espaldas que enfrentados.  Mejor intentar complementarnos en lugar de competir.  Mejor tener en cuenta, sumar las fuerzas, buscar aliados.  Mejor enlazados.



06/04/2021: La sutura de herida más complicada

Hoy salgo de una guardia de traumatología.  La trauma urgente abarca muchas cosas, pero lo más frecuente es el dolor después de un golpe,  esguinces, fracturas, quemaduras, heridas... He recordado que hace 6 o 7 meses, en una de estas guardias, conocí a Marta.

Marta es una chica jóven, que aún va al instituto, que se hizo un corte superficial pero bastante largo en su antebrazo derecho, una noche de verano.  Mientras me preparaba para coserle, le iba preguntando: "¿cómo y cuándo te la hiciste?, ¿te has puesto todas las vacunas?, ¿eres alérgica a algo?, ¡mueve los dedos de la mano!, ¿notas que te toco?"  Ella no contestaba tan apenas, asentía y lloraba sentada en la camilla.  Entonces me di cuenta, no lloraba por el dolor del corte: "Marta, cuéntame qué pasa, quiero escucharlo".

Me dijo que su madre había fallecido hacía un año, que se sentía sola y que se había hecho mayor deprisa y derepente; que el corte se lo había hecho ella misma porque "esta es la única forma que tengo de gritar sin que nadie me oiga".   Fue fácil anestesiar la piel pero el dolor venía de otro sitio,  el duelo le sangraba día a día, nadie cura una herida como lo hace una madre.  Empecé a suturar y me siguió contando.  Algunas noches imaginaba que hablaba con su madre, que aún estaba con ella, pero esa noche sólo hubo silencio y la sintió tan lejos que le quiso gritar tan fuerte como pudo y se le abrió la piel.

No pude evitar dejar caer alguna lágrima cuando me lo contaba, y al verme conmovida ella se serenó.  Creo que fueron 10 o 12 puntos en el brazo, difíciles de dar como ninguno.  Acordamos que si el corte en la piel necesitaba curas todos los días con betadine y dejar un tiempo los puntos de sutura,  la herida más profunda también necesitaba constancia en sus cuidados, quiso retomar los recursos que hacía un año le habían ayudado.  Acordamos que intentaría no gritar de nuevo, que su madre la escucha si susurra hacia dentro.

04/04/2021: usted no es médica de urgencias

Antes de contar esta historia tendría que aclarar que los MIR MFyC como  yo, hacemos guardias.  Quiere decir que, aparte del trabajo de la consulta por las mañanas, tenemos 4 o más bien 5 días diferentes al mes.  Son días en los que no descansas porque de la consulta corres hasta la urgencia de tu hospital de referencia y no sales de allí hasta las 8 de la mañana del día siguiente.  Da vértigo la suma pero suponen 24 horas de ininterrumpido trabajo.

Pues bien, en una de esas madrugadas de guardiana conocí a Manuel, mi oncopaciente favorito.  Tiene un tumor que le ha dejado múltiples réplicas de si mismo por el cuerpo y sabe que no le va a dejar envejecer.  Le da la lata porque a veces le duele, a veces le sangra, a veces le angustia; pero con un poco de ayuda lo va manejando y solo necesita venir a urgencias de vez en cuando.  

- "Bueno Manuel, todo ha salido más o menos en su línea, hoy no necesita que le pongamos sangre, el dolor está controlado y, lo más importante, usted quiere irse a casa y descansar allí y yo no se lo voy a complicar si está en mi mano".  

Conforme con el plan, lo llevaba con su familia para hablar también con ellos, cuando me sorprendió diciendo:

- "María, usted no es médica de urgencias, ¿verdad?"

- "Hoy sí Manuel, pero el resto de los días soy médica de cabecera.  ¿Porqué me lo pregunta?"

- "Porque parece de esos médicos que vienen a mi casa y me preguntan lo que prefiero hacer.  Así que muchas gracias, no le diré a nadie que usted no es médica de urgencias." 

Y para qué explicarle nada más si él ya tiene claro a dónde pertenezco.  Gracias a ti Manuel, guárdame el secreto.




02/04/2021: Fantasmas

Aquel paciente al que no supe ayudar, ese error de hace años del que no puedo olvidarme, ese paciente con el que me enfadé, aquel médico que me dijo que no conseguiría mi objetivo o que no estaba preparada, la oportunidad que dejé pasar, ese paciente al que perdí, un tiempo mejor para mi vocación que echo de menos...

Son algunos de mis muchos fantasmas.  Algunos tienen nombres y apellidos, otros tienen fechas, otros lugares.  Algunos pesan mucho y a momentos me anclan en el pasado, me frenan porque los he ido arrastrando.  Otros son más livianos, más amables y solo me acompañan no dejando que olvide lo importante.  Muchos incluso me invitan a continuar, a mejorar, a superar incluso mis propios límites. 

Su presencia es inevitable, pero me dejan decidir la posición que ocupan en mi vida.  Podría recluirlos en mi sótano, negar que están conmigo, o colocarlos en el centro y dejar que me invadieran por completo.  Decido mantenerlos a mi lado, dejar que mientras avanzo ellos me sigan, prestarles atención de vez en cuando.  

Decidirlo no es fácil, tengo que reafirmarme con frecuencia.  Tengo que mantener mi autoexigencia a raya, aprendiendo a tolerar y a tolerarme, a ser más indulgente, con todos, conmigo.  Mis fantasmas lo saben, tenemos un acuerdo.


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