31/08/2021: Los ojos de Petra

Petra me preocupa, mucho.  Lleva muchos años a la espalda y le duelen, las dos cosas.  Está triste desde que la conozco, ha perdido mucho, ha vivido las muertes más proximas, su marido y su hijo no están, pero ella aún los siente, aún les habla aunque nadie conteste.

El tiempo la ha ido dejando mayor y sola, y aunque se defiende como puede, últimamente las lumbares le limitaban demasiado.  Vino más triste que antes, con la ropa mucho más holgada, vino a decirme, "tengo algo malo dentro, lo noto".  Me dijo que quería encontrarlo y yo me puse a buscar,  busco por todas partes procurando no hacerle daño.  

Encontré un dolor, antiguo conocido que había vuelto, que no la dejaba moverse, dormir, comer, hacer su vida de antes.  Un nuevo estudio me hizo falta para saber que no había nada nuevo.  Vamos controlando el dolor y Petra va viniendo a la consulta y va comiendo, va durmiendo y ya no está tan triste. Yo seguiré buscando porque aún le va grande su vestido verde, aún no es la Petra que yo conozco.

Petra me preocupa; pero hace unos días me hizo ver que también yo le preocupo a ella. 
- ¿Tú eres la médica de la semana pasada?
- Sí Petra, soy María.
- Ah! Pues hoy estás más guapa.
- ¿Y eso? ¡Llevo la misma ropa!
- Yo te veo mejor, serán tus ojos hija.

Y así, sin más motivo que habernos visto en un apuro y estar saliendo juntas, me dio las gracias y un abrazo, y me curó de golpe. 

Lleva razón, la semana pasada las dos compaartimos un mal día, y ya estamos mejor.  Yo lo noto en sus ojos, ella en los míos.  No se me olvidará el momento en que el abrazo de una frágil anciana me levantó en el aire y me devolvió a mi sitio.  Entendí porque estoy donde estoy.  Decidí seguir aquí, acompañar a Petra en lo que sepa y que vea en mis ojos otra vez eso que la dejó tranquila.  No sé que fué, pero que lo vean todos.




27/08/2021: Un capote

Ojalá incluyeramos en el MIR MFyC un espacio para rotar con otros médicos que nos rodean.  Se puede aprender mucho de quien trabaja en la puerta de al lado, haciendo la misma medicina pero con otro estilo.  Cada consulta tiene vida propia porque su MFyC se la concede. 

La entrada de hoy es precisamente para una MFyC que conozco y con la que rotaría bien a gusto.  Os presento a MSL.  Sólo una vez me senté a su lado en su consulta y pude ver como trabaja.  Desde entonces creo que es una guerrera con mucho criterio, ahora además sé que es una docente estupenda.  Aunque no tengamos el privilegio de que sea tutora, a mi ya me ha enseñado un par de cosas importantes.   

Ella tiene arrestos suficientes para presentar un caso en un congreso que hable de un error médico propio, y hacerlo desde la humildad y con máximo respeto.  No hay apenas médicos dispuestos a compartir conmigo sus "puntos de mejora", con esa valentía de admitir que nos equivocamos, con la determinación de querer evitar que ocurra lo mismo a otros pacientes, la generosidad de que otros compañeros aprendan a su costa. 

MSL me anima a investigar algunas cosas,  creo que se hace preguntas con frecuencia y que está dispuesta a buscar respuestas en equipo.  No es fácil encontrar a alguien que después de una dura jornada se pase por tu consulta para darte la idea de un proyecto nuevo, y te ofrezca un compromiso tan real para desarrollarlo.

Pero sin duda, lo que más valoraré de ella siempre será el capote que me ha echado estos días.  Haciendo un hueco en su tiempo, sabiendo que había pasado un rato muy desagradable en la consulta,  ha entrado para acompañarme un momento,  para escuchar mi último sinsabor con una paciente difícil que ella conoce, para darme su opinión al respecto, con tacto, con paciencia, con acierto.  No ha tenido miedo de hablarme de lo que pocos se habían atrevido antes, de la ruptura de la relación médica-paciente, de lo que nos puede hacer sentir, de lo que supone para nosotras, de afrontarla con entereza.  Tiene la habilidad de hablar muy claro, de decir la verdad aunque sea incómoda.   Una conversación sincera se ha convertido en una de las mejores tutorías que he tenido, y creo que ella no lo pretendía.  

Tiene toda la razón cuando dice que a todos los médicos nos haría falta reflexionar sobre esta circunstancia, porque nos puede pasar tarde o temprano; que nos falta formación para saber sobrevivir a una discusión con un paciente, a un mal día de consulta; que esto debería ser parte indispensable del temario de la carrera, debería caer en el examen.  Su conclusión me vale, pero yo añadiré que debería explicárnoslo MSL.  

Gracias por todo.  Te debo una bien gorda compañera.



22/08/2021: Vuelvo

Un viento nuevo me devuelve a la consulta.  Lleva un poco de cierzo de mi pueblo, otro tanto de brisa marina, aire caliente de la casa de mis padres, vendaval de mensajes con amigos, algún suspiro nuestro, inercia compartida, un soplo desde el cielo, una chispa de ruah.

Vuelvo aunque sepa que otra vez será difícil, vuelvo sin garantías de mejora, vuelvo sabiendo que habrá nuevos incendios porque siento que a esta especialidad hoy su nombre le viene grande.   Pero vuelvo porque sé que a pesar de todo este es mi sitio.  Ha sido duro darme cuenta de que algo me ha atrapado, que la pasión por mi trabajo me llevará de la realización a la locura una y mil veces, que ni puedo ni quiero aprender a ser MFyC de otra manera, o en otra parte.  

Un viento me hace atravesar de nuevo la puerta de la consulta.  Sé que no hay otro lugar donde recuperar la esperanza, donde ocurra la magia de ser médica tal como yo lo entiendo.  A veces me abruma tanta confianza depositada en tan poquita cosa,  que ganen tanto peso unos pocos minutos,  que pueda cambiar tanto con tan pocas herramientas.  A veces me parece que es todo un privilegio sentarme en esta mesa y otras estoy encadenada a ella.

No sería tan duro ver como se desmonta nuestra especialidad si no le diéramos el tremendo valor que tiene.  Nos dolería menos la vocación sin tanto compromiso.  Pesaría muy poco cada intento sin tantas ilusiones puestas en el futuro.

El viento no me deja opción a dudas.  Vuelvo aunque me queje, aunque me canse, aunque diga que no volvería.  Me espera un calendario lleno, una pantalla a tope, un pijama limpio, un teléfono insistente, una sala de espera impaciente, una pila de papeles.  Esperad un momento que el viento trae a la Dra Escori.

13/08/2021: No sé mañana…

Hoy he cerrado la puerta de la consulta por fuera, con prisas para poder llegar a la cuarta guardia de la semana, con 160 h trabajadas en los últimos 14 días, después de haber bregado con demasiadas tempestades durante las mañanas en consulta,  pilotando sola el barco, faltándome tripulación por todas partes (dos semanas sin la almirante, AC, ni las oficiales de abordo, enfermería).  Cierro la puerta y abandono el naufragio, y por primera vez desde que empecé a trabajar, me voy con una extraña y desagradable idea en la cabeza “mejor lo dejo”.

No será por no haber preparado antes mi viaje en solitario, no será por no haber contado con apoyos un MFyC diferente ha tocado mi puerta cada día “búscame si necesitas algo”, no será por no haber echado el resto dentro y fuera del trabajo, o quizá fue por eso.

Será que a veces solo importa atender cuantos más pacientes mejor, sin pensar quién lo hará, cómo, o a qué precio.  Será que pensamos que todo cabe y forzamos lo que ya está dado de sí.  Será que casi nadie piensa en la persona que hay bajo la bata.  Será que la capacidad que creí tener era espejismo y que me falta resiliencia ante el desastre, que me fié de lo propuesto en lugar de proponer lo más fiable.  Aún soy marinera, capitanes, a lo mejor un mes en alta mar me hundo, sigamos navegando los miércoles por la bahía.

Será también que me ha desorientado esta doble identidad que me hace ser MFyC de día y médica de urgencias por las noches.  A veces puede resultar confuso y cuesta alternar un escenario con el otro.   Hoy me da miedo revisar los días libres en mi calendario y preguntarle a mi reloj cuanto he dormido, algo seguro porque he soñado ya dos veces que hacía un MIR distinto. 

Es la primera vez que salgo y no quisiera entrar de nuevo, que dudo que merezca la pena tanto esfuerzo, tanto tiempo, tanta vida.  Salí sintiendo solamente desencanto, no es rabia, no es rencor, no me enfado, ni tampoco me arrepiento, pero no tengo fuerza para seguir luchando por la especialidad de la que me enamoré y hoy me descubre sus miserias.  MFyC, hoy no siento que seas mi sitio.  No sé donde he dejado la ilusión y las ganas que me trajeron hasta ti, no sé porqué sólo me acuerdo de lo malo que me das y de lo mucho que me quitas.  No recuerdo donde he guardado los pequeños triunfos acompañando a mis pacientes, ni porqué no escucho a la buena gente que aún cree en ti aunque tú los maltrates.   

Te dejo.  Me tomaré unos días para recuperarme, cierro la puerta y esperaré que el fuego se consuma y yo esté lejos, no quiero ni mirarlo.  Encontraré a la Dra. Escori y la traeré de vuelta.  Es la primera vez que cojo vacaciones como huída, dejando tras de mi los restos de un incendio.  Hoy quema, no sé mañana…




04/08/2021: Casi me quemo

Cuando empecé la residencia, muchos experimentados R mayores me advirtieron sobre los fuegos que durante 4 años de trabajo pueden quemarte y hacerte daño.  No les creí, más bien pensé que a mí no me pasaría, que la vocación y la motivación me proporcionarían una capa ignífuga y me protegerían, siempre.  

Hoy me he descubierto al final de la mañana enfadada en consulta.  Me he dado cuenta al escucharme reprochándole a una paciente por teléfono sobre un tema burocrático, con buena parte de razón pero en un tono áspero que no es mío, con prisas, a un ritmo poco amable, sin ganas.  Una respuesta que jamás había dado antes me alarmó, “no te creo”; yo no soy así.  El humo había invadido la consulta, maldito intruso, ¿tú de dónde sales y porqué no me dejas respirar? ¿qué me está pasando?  ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Que me quemo! 

Era fuego que hoy se ha interpuesto entre nosotras (mi paciente y yo) para arrasar con las mejores herramientas de que dispongo, la escucha, la paciencia y la empatía.    Lo he apagado con dificultad, me he disculpado, ella también y hemos terminado la consulta, sofocado el incendio, con un “gracias María” y “cuídate”.  Entre las cenizas he encontrado sobrecarga de trabajo, mucho cansancio, estrés, cierto desencanto, algunas inseguiridades, autoexigencia y una deuda de tiempo para tantas cosas… siguen ahí, aún quedan ascuas.

He aprendido que en las épocas de más trabajo, de cambios, de nuevos retos; se producen más incendios.  Soy inflamable, como todos, y por eso la prevención es tan importante.  Es bueno conocer las ascuas y no dejar a la vocación la dura tarea de extinguir los incendios.  Lo digo porque casi me quemo.



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