19/06/2021: Medicina Familiar y... ¡Ah sí! ¡COMUNITARIA!

- ¿Y cómo dices que se llama tu blog? 
-  Diario de una MIR MFyC, 
- Ah... ¿y eso qué quiere decir? 
- Médica Interna Residente en Medicina Familiar y.... 
- ¿y?
- ... ¡Ah sí! ¡Comunitaria! 

¡Menudo lapsus! ¡Se me olvidó por un momento la mitad de mi especialidad!  Pero tengo que admitir que no me sorprende demasiado. No es infrecuente que pasemos por alto la comunitaria, a la hora de elegir la especialidad primero, en nuestra formación como residentes después, en nuestros equipos de trabajo, y poco a poco en nuestro día a día.

Reconozco que buena parte del tiempo soy Médica de Familia, a secas.  Creo que lo soy porque priorizamos un aprendizaje tremendamente biomédico y simplista, aprendemos a buscar una sola causa a los problemas que se sientan frente a nosotros y buscamos una solución con las herramientas que nos quedan al alcance de la mano.  Cuando invito a un paciente a entrar en la consulta y cierro la puerta, muchas veces olvido que tanto él como yo, dejamos todo nuestro mundo fuera.   

Y es que nuestros pacientes vienen a consulta, pero vuelven a la Comunidad.  Allí tienen su vivienda, buscan o desempeñan su trabajo, se relacionan con su familia y sus amigos, crean sus grupos o se sienten solos, disfrutan del ocio, van a la compra, practican ejercicio y hacen frente a los problemas y contratiempos.  Y allí, cada cual con sus circunstancias (nosotros los llamamos determinantes sociales), es donde experimentan salud y enfermedad.  Si se conoce el entorno, si se pone en contexto, se entiende mucho mejor que cada cual vive o le toca vivir de una forma muy diferente su condición de salud.

Para enseñarme todo esto, mi tutora AC, de vez en cuando me asoma a la ventana porque la comunitaria puede hacerse "pasando consulta mirando a la calle".  Para eso ayuda mucho la longitudinalidad (así llamamos al lujo de que siempre te atienda el mismo MFyC), es decir, "pasar consulta mirando siempre la misma calle".

La comunitaria también nos mueve a interactuar con ese contexto y ese entorno como parte del mismo.  Pero la realidad es que poder hacerlo depende por completo de la motivación del equipo.  Desde fuera no se promueven, no se facilitan, no se regulan, apenas se visibilizan.  No hay un tiempo ni un espacio de trabajo reservado para levantarse de las sillas y salir a conocer el barrio y sus recursos, hacer un mapa con los múltiples tesoros (activos) que en el barrio ayudan a mejorar la salud de sus gentes, acercarse a preguntar qué necesitan, darles voz y participación en la toma de decisiones, colaborar con ellos o simplemente acompañarles... Tristemente y casi siempre, todo queda relegado a acciones puntuales que salen adelante gracias al voluntarismo de unos pocos entusiastas.

Por suerte, aunque en su día la comunitaria parecía simplemente un complemento de mi especialidad, estoy rodeada de un equipo que piensa que es una tarea indispensable para la población, una labor irrenunciable para nosotros.  Contagiadme para que no se me vuelva a olvidar que mi Medicina Familiar y Comunitaria es indivisible.

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