Volver al centro de salud era lo que estaba esperando desde hacía muchos meses. Pero cuando la fecha se acercaba empecé a sentir un torbellino de emociones. La más intensa es una tremenda ilusión, pero no es difícil encontrar también en mi una chispa de miedo. Mi miedo es encontrar una atención primaria muy diferente a la que conocí porque la pandemia lo puso todo patas arriba, tengo miedo de no estar preparada, de defraudar a los pacientes, a mis compañeros y a mí misma.
Pero poco a poco ha ido desapareciendo y abriendo paso a la motivación y las ganas de aprender, sin dejar de lado el profundo respeto que siento por esta profesión. He de confesar que el mérito no ha sido mío, en absoluto, el mérito es de AC.
Los MIR MFyC tenemos algo que llamamos "nuestro tutor". Es el médico especialista con quien te formas, es tu guía y se compromete a descubrirte todo lo que sabe sobre la MFyC.
En mi caso, AC es mi tutora. Es una mujer comprometida con sus pacientes, es atenta, alegre, serena, dispuesta y generosa, siempre tiene un consejo o una palabra de aliento y siempre los pone a disposición desde la humildad y el respeto. En la consulta es un espectáculo, tiene muy claras las cosas pero maneja bien la incertidumbre, gestiona su tiempo de la forma más justa posible y hace sentir a su altura a quienes trabajamos con ella. Es, sin duda, una excelente MFyC, es la mejor versión de lo que ojalá yo llegue a ser algún día.
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