Ayer estuve de guardia en el 061, en una de las bases donde tienen unidad medicalizada de emergencias (UME). Significa que cuando el centro regulador llama porque alguien necesita ayuda, salen pintando juntos en la ambulancia conductor, técnico, medico y enfermero; y hoy voy yo también a la aventura.
La verdad es que cuando oigo que nos llaman, me noto temblar por dentro porque algo muy serio ha podido ocurrir. Hay palabras que me anudan la garganta: convulsión, tráfico, inconsciente, accidente, parada...
Subo corriendo a la ambulancia. Me siento, me pongo el cinturón y no puedo evitar mirar nerviosa a mi alrededor. En muy poco espacio hay millones de cosas que conocer, repaso mentalmente lo que nos hace falta en este caso. Hay medicaciones en cajitas, sueros en las neveras, hay cables, sondas, tubos con una organización impecable, hay aparatos que cuelgan de las paredes (monitor, ventilador, aspirador...) y collarines, vendas, sillas... Todo traquetea cuando la ambulancia sale a toda velocidad y ya no me concentro. Luces y sirena mediante, consigue que mi sensación de mareo se desmadre. Por suerte, llegamos enseguida.
Al salir de la ambulancia el escenario puede ser cualquiera, y eso me inquieta. Podemos estar en un pueblo, en una casa, en un local, en una residencia, en medio de una calle, en un bar, en plena autopista. Cargamos las mochilas y lo necesario, y corremos donde estén las personas que necesiten ayuda.
Finalmente el paciente se traslada al hospital si es necesario y con él que vamos de nuevo a la ambulancia. De vuelta hacia la base me esfuerzo por recuperar todo lo que acabo de ver porque ha ocurrido muy deprisa. Si pudiera sacar la cabeza por la ventana de la ambulancia no harían falta sirenas, iría yo gritando "¡esta gente es alucinante, déjenlos pasar!"
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